viernes, 20 de marzo de 2020

Historias de Terror Cortas: No hagas cosas malas


Un saludos desde esta cuarentena queridos amantes de las Historias de Terror Cortas de esta web.

¿Alguna vez has visto algún video en donde lastiman algún inocente en internet y has sentido ganas de hacer justicia? Por esa razón se que esta historia te gustará.

No te entretengo más y te dejo con esta gran historia.

No hagas cosas malas que parezcan buenas. Historia de Servando Clemens

Historias de Terror Cortas: no hagas cosas malas

Hubiera preferido nunca ver esas fotos, pero me las encontré por accidente en un archivo de tu computadora, te lo juro por mi perro que nos está viendo desde el cielo.
Sí, abrí el archivo: salías a cuadro descuartizando a un gatito indefenso y parecías disfrutarlo. Se veía el rictus de dolor del animal, no pude contener la rabia y golpeé tan fuerte la pared que me quebré la mano. Luego me arranqué las uñas con los dientes y casi me como los dedos.

Claro, eres tan cobarde que usabas una máscara de bufón para que nadie te reconociera; aunque yo pude identificarte por tu cuerpo flaco, por tus cicatrices en los antebrazos y por el tatuaje de calavera en tu mano derecha. Ahora sé la razón de esas cicatrices: fueron ocasionadas por los animales que intentaron aferrarse a la vida.

Quiero que sepas que tenía pensado irme lejos, abandonarte para siempre y mudarme a otra ciudad para olvidarme de la pesadilla, pero luego hallé un vídeo en el que sales con una amiga tuya; los dos tienen a mi perro amarrado de las cuatro patas, le derraman gasolina sobre su lomo y después lo prenden con un soplete.

No sé qué era más grotesco y doloroso, si los chillidos del perro o sus risas desquiciadas. Y pensar que me ayudaste a buscarlo por cada rincón de la ciudad. Pronto volverá a casa, decías. Entonces llegué al borde de la locura, apreté los dientes y casi los quiebro de coraje y tristeza: una pésima combinación.

No quise ver más fotografías y mucho menos esos vídeos infames. No sé cómo pueden existir humanos que actúen de esa manera, si es que se les puede llamar así. Pensé en llevar las pruebas a la policía, pero de antemano sabía que saldrías libre pagando una multa, porque plata no te hace falta, ¿verdad? Y sé que más tarde andarías por las calles haciendo lo mismo. La gente luego olvida, así somos.

Te confronté y dijiste con descaro que eran unos simples animales, que no valían la pena y que me darías dinero para que me comprara otro costal de pulgas y para que cerrara el pico de una vez por todas.

Era algo estúpido, no sabes nada de amor y respeto por los seres vivos. Alegaste que te pagaban en dólares por hacer esos vídeos en la UnderNet y que me darías una tajada por mi silencio.

Increíble lo que ocasionan unas fotos, el trauma psicológico que pueden ocasionar. Me convertí en un monstruo detestable como tú por el simple hecho de ver unas imágenes aterradoras. Aún me duele en lo más profundo de mi alma, si es que todavía poseo una.

Aún escucho los llantos de mi querido perro. Yo que lo cuidé desde que tenía un mes y lo tuve hasta los siete años. ¿Qué culpa tenía? ¿Qué daño les hacía a los demás? Él sólo daba cariño a los vecinos, siempre fue juguetón y…, bueno, tú qué sabes de eso, jamás lo entenderías.

No, no te voy a soltar y no te voy a quitar la mordaza. Yo sé que te aprieta demasiado y te hace sangrar, pero no estás en una fiesta y te apuesto a que no lo vas a disfrutar.

¿Por qué te grabo?, quizá te estés preguntando ahora mismo; pues para que otras personas desquiciadas como tú, sepan lo que les puede ocurrir. Y tal vez me paguen por este vídeo que estoy grabando.

Hasta me puede llegar a gustar y podría dedicarme a este negocio de tiempo completo, no sé, no sé.

Ya deja de gemir, ¿verdad que no es tan divertido como se ve en los vídeos? Ahora te voy a echar un poco de gasolina en la panza y en tu cabeza hueca. Se me antoja encender un cigarrillo y echar humo mientras platicamos, aunque no me gusta fumar.

¡Ay, se me cayó la cerilla!

Caray, no me agrada el olor a pelo quemado ni escuchar los chillidos de una persona enferma que pide clemencia, pero tengo que esperar a que te consumas para tapar el hoyo que tanto me costó cavar.

Santo cielo, eso me pasa por ver esas fotografías. Definitivamente las cosas ya no serán como antes.

¡Qué locura!


Esta Historia de Terror Corta fue escrita por Servando Clemens.


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